Texto: Miguel Ángel Gómez Mohigefer
Cuidador en la residencia ‘Santa María’

Citando el refrán ‘No por mucho madrugar, amanece más temprano’, o dicho con otras palabras, cada cosa tiene su espacio y tiempo para evolucionar.

La residencia ‘Santa María’, que centra su labor en personas con discapacidad intelectual con graves y continuados trastornos de conducta, es un proyecto ambicioso por parte de la entidad, siendo pionero en la provincia al tratar a este colectivo, tan desatendido y vulnerable, que a día de hoy no cuenta con unos recursos adecuados, algo que genera largas listas de personas en espera y casos que atender.

El comienzo de este proyecto se va gestando un tiempo antes, tiempo en el que se apuesta por armar un equipo de personas cualificadas para hacer frente a este encargo social, mediante charlas dirigidas para contextualizar en la filosofía de la asociación, adquirir herramientas para desempeñar funciones y dinámicas, trabajo de campo para familiarizar a los elegidos con este colectivo y finalmente poder formar un equipo humano con las aptitudes y preparación necesarias para este reto.

‘Santa María’ abre sus puertas el 9 de enero de 2006, acogiendo en sus instalaciones al primer grupo, de las veinte personas beneficiarias, que conformarán el servicio. Personas usuarias y personal se embarcan en un viaje iniciado donde la motivación, ya fraguada, se enfrenta al gran reto del día a día.La tregua que da la llegada de usuarios de forma paulatina sirve para ir gestionando la forma de trabajo y añadir mayor seguridad a las intervenciones que se realizan para con ellos.

Algunas de los personas usuarias y personal del centro son ya viejos conocidos de la entidad o vienen derivados de servicios en los que hasta la fecha convivían juntos. De cara a la adaptación al nuevo entorno, es algo que agradecen por tener antiguos apoyos, resultando más sencillo para todos. Durante todo este proceso, de cambios continuos y nuevas incorporaciones, cada uno adopta su rol y nos mostramos cada vez más naturales.Los primeros años se van construyendo las bases de la intervención, aunque a día de hoy todo parece fluir y sabemos gestionar mejor cada caso, no siendo nada fácil y dotándonos de la mejor de las virtudes, la paciencia, se va dando respuesta a todos los retos que plantean las necesidades de nuestras personas usuarias.

Comenzamos siendo el centro más temido por parte de las demás personas usuarias que componen la entidad por la problemática de los integrantes de este nuevo servicio. Simplemente caminando se demuestra que, a pesar de los problemas personales, siempre queda la posibilidad de alzarse y alcanzar con perseverancia todo lo que te propongas.

Disfrutamos de las salidas de ocio en la comunidad, vacaciones compartidas con el resto de centros, organizamos fiestas para toda la asociación y poco a poco nos damos a conocer como somos.Todo va encajando como si de un puzzle se tratase y cada persona comienza a tener clara la importancia de sus fichas, la importancia que merece cada persona y la posibilidad de brindar y recibir ayuda para evolucionar cada día. Es algo recíproco, amén de que así sea, porque los que tenemos el cometido de educar y apoyar en todos los aspectos de la vida diaria, también recibimos educación por parte de vidas maltratadas desde el punto de vista social. Maltratadas en el sentido más común e imperceptible para muchos de nosotros, como puede ser tener una familia, amigos, trabajo, libertad y capacidad de autogestión, toma de decisiones, tener sentido de pertenencia y así un largo etcétera de herramientas que nos sirven para valorarnos como personas de provecho.

Con este escenario diario es imposible no involucrarse emocionalmente y de hecho no es malo que ocurra, siempre teniendo en cuenta que eres la persona de referencia para ellos, que con mejores o peores habilidades solo necesitan apoyos para lograr sus objetivos.

Santa María es un lugar de cambios continuos, un teatro que a cada instante cambia de escenario y busca nuevas obras que representar. Siempre hay que darle un nuevo giro a la forma de valorar y ejercer nuestro cometido, que no es otro que la mejora de la calidad de vida y la evolución personal de nuestros usuarios.

Son muchas caras las que han pasado por delante de mis ojos y recuerdo cada una de ellas por algo en especial. Américo, Guti, Luis, Guillermo, Miguel, Juan Pablo, David, muchísimos nombres que han dado vida y reflejado de la mejor de las maneras lo que es Santa María. Es imposible borrar de la memoria rostros que te han creado tantos sentimientos de tristeza y alegría, de sentirte vencedor o derrotado, luchando siempre por exprimir lo mejor de cada persona, solo para llevarte a casa la sensación del trabajo bien hecho y la gratificación de ver feliz a los demás, aunque por desgracia no siempre sea así.

La ilusión y la ideología de hacer un mundo mejor y más justo, sin distinciones o sobrenombres, encaminado hacia una sociedad libre de prejuiciosdonde todos tenemos las mismas oportunidades y derechos es lo que nos lleva a realizar nuestra labor cada día. Es por eso que seguimos caminando hacia dicho objetivo, aunque no es sencillo nos encontramos en el sendero adecuado. Hemos recorrido una parte del camino durante estos diez años, ya solo nos queda seguir andando. Como dijo el escritor y periodista Eduardo Galean, “la utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”.