Texto: María José Matos Calvo, psicóloga de la residencia Santa María (Paz y Bien)

En el pasado artículo se hacía referencia a diferentes autores que, dando voz a largas investigaciones, grandes reflexiones y profundo
conocimiento, perfeccionaban el concepto de discapacidad intelectual.
Pero… ¿qué mejor manera de hilvanar una justa definición de discapacidad intelectual que haciéndose eco de las personas que día a día viven la misma en sus entrañas?
¿Qué mejor manera que modelar a las personas con discapacidad intelectual sin entrar en quimeras abstractas y deambulantes entre hileras de palabras
¿Ser capaces de centrarnos en la persona y hablar de la discapacidad intelectual desde los zapatos de la persona con discapacidad?
Discapacidad intelectual es la capacidad de cargar con la mochila de la experiencia personal y la mochila de los prejuicios de los que se
definen como capaces.
Discapacidad intelectual es la fortaleza de romper las fronteras del conocimiento para centrarse en el SENTIR, VIVIR y SER.
Discapacidad intelectual es el poder defender la humanidad como única forma de comunicación.
Discapacidad intelectual es la osadía de vivir esposado a una etiqueta socialmente aceptada sin más.
La discapacidad intelectual es la energía constante necesaria para acariciar el cielo aunque sea necesario subirse a los hombros de otra persona y no desistir en el intento.
La discapacidad intelectual es sonreír a los defectos y las virtudes, como si de una hazaña exitosa se tratase.
ESFUERZO, ENERGÍA, OSADÍA, FORTALEZA, PODER, CAPACIDAD, HUMANIDAD, CONSTANCIA…
En el mar del conocimiento olvidamos la sencillez del yo y con ello acuñamos la extravagancia del raciocinio.
Hoy siento NO ser CAPAZ de reconocerme como ser íntegro… en el camino vital me frustré, deposité mis prejuicios y complejos sobre otros, desistí en los intentos de soñar e invertí mis esfuerzos en justificar mis limitaciones por “discapacidad” de asumir el peso que ello conllevaba.
Hoy…creí comprender que es la discapacidad intelectual.