Autor: Israel Montes
Responsable de Programas

“¿Qué estabas haciendo el día que declararon el estado de alarma por el Coronavirus? “… Sin lugar a dudas esa será una de las frases recurrentes que en nuestras conversaciones saldrán en un tiempo, y en la de nuestros hijos, y en la de los hijos de nuestros hijos. Porque estamos inmersos en una situación que nadie habíamos vivido antes, sólo hemos tenido referencias similares en películas que pensábamos nos contaban historias imposibles. Pero a pesar de todo, es momento de esperanza, de hablar de lo mejor del ser humano que estamos observando en estos días, y de futuro, un futuro al que tenemos que agarrarnos apostando firmemente por la investigación y la ciencia, exigiendo como ciudadanos que se apoyen con más intensidad a unos servicios que están demostrando que no sólo son esenciales, sino condicionantes a la propia vida.

¿Cuántas veces hemos criticado a la sanidad pública? ¿Hemos sido conscientes de lo afortunado que somos por contar con unos profesionales altamente cualificados? Hay que reconocerles por su valentía, por cuidarnos, por asesorarnos, y que los aplausos que todas las tardes tenemos la responsabilidad moral de repetir se extiendan no sólo en este período sino en un futuro a corto plazo, porque saldremos mucho más preparados de esta situación.

Es difícil cambiar hábitos, más aun en una mente excesivamente occidentalizada y globalizada, de ahí los episodios en supermercados y grandes superficies que en redes sociales se han compartido hasta la extenuación. Hacer colas para comprar comida nos puede recordar a momentos históricos que la mayoría nos hemos vivido, no obstante, poco se habla de los esfuerzos que están haciendo estos profesionales para abrir cada día con los productos repuestos, todo organizado y limpio, y con una paciencia infinita para atender a cada cliente que llega con su historia personal.

Pasan los días y nuestros centros siguen activos, dinámicos, vivos, con un equipo humano comprometido, responsable y que hoy, ayer y cada día dan lo mejor de sí mismos. De las dificultades surgen oportunidades, sólo hay que ver las actividades que se están realizando en los propios recursos, las ideas que se están generando, el gran trabajo en equipo para organizarnos, el seguimiento permanente para dar respuesta tanto a nuestras propias demandas como a las de otros compañeros y, especialmente, la claridad de ideas hacia un objetivo compartido que no es otro que evitar que este período de crisis incida en la calidad de vida de las personas a quiénes acompañamos en nuestros servicios. Es por ello que la creatividad es el principio por el que nos estamos rigiendo con más intensidad aún si cabe, optimizando espacios, generando alianzas, diseñando dinámicas atractivas para todos y todas y, lo que es más importante, siendo solo uno, siempre con las personas, como la gran familia que somos.

No es momento de individualidades sino de cohesión, de exigir los derechos que nos corresponden pero siempre pensando en el beneficio común, tanto en el de mis familiares como en el del vecino del sexto a quien me une el saludo de primera hora de la mañana. Entre todos y todas lo vamos a conseguir, por nuestros “chavales” y menores, por nuestros mayores, por nosotros, por los conocidos y no tan conocidos.

“…la bondad de los desconocidos…”  Un tranvía llamado deseo-Tennessee Williams.