“Quiero pedir mi baja…, yo sé que me habéis ayudado mucho porque cuando yo llegué aquí no estaba como  ahora, y he aprendido mucho; pero me siento preparada y creo que yo podría vivir con mi novio. Tengo miedo, pero mi hermana dice que ese miedo siempre lo voy a tener, y es verdad, además si no arriesgo no gano, así que si no me voy no lo voy a comprobar. Yo soy responsable, ¿tú qué opinas?”
Son las palabras de María a la responsable de la vivienda tutelada donde reside, unos días antes de marchar y comenzar su andadura de forma independiente, fuera de centros y guardadores de hecho. Tiene ingresos económicos ya que está contratada desde hace dos años en una empresa de limpieza, tiene pareja, apoyo familiar y un lugar donde residir. María ha sido una usuaria de las viviendas tuteladas que gestiona la Asociación Paz y Bien en la localidad de Sevilla. Ella, al igual que otras personas que han crecido como persona en estos recursos y que ya no se encuentran en ellos, vive hoy de manera independiente.
La Asociación Paz y Bien atiende a 182 personas con discapacidad intelectual en sus servicios residenciales concertados con la Junta de Andalucía: Residencias de Adultos, Gravemente Afectados y Trastorno de Conducta y -desde 2002- la Red de Viviendas Tuteladas. Esta última está compuesta por seis viviendas que suman 38 plazas -30 concertadas, en Sevilla, y 8 privadas, en Tomares-.
Las viviendas tuteladas son pequeñas unidades de alojamiento y convivencia ubicadas en edificios o zonas de viviendas normalizadas. Pisos o casas dotadas de los recursos materiales necesarios para asegurar la comodidad de las personas que los habitan y situados en barrios que disponen de los recursos comunitarios básicos.
Cada Vivienda Tutelada alberga un total de 6 personas. El contexto en el que se desenvuelve el día a día de estos centros favorece el desarrollo de la convivencia, la resolución de conflictos, el asesoramiento personal y el desarrollo de habilidades sociales y del hogar que fomentan su autonomía personal. Al ser un grupo reducido de personas se crea un sentimiento de pertenencia al mismo, identificando la vivienda tutelada como su casa y sintiendo el bienestar personal y calor de un hogar normalizado.
La dinámica diaria de la vivienda es semejante a la de cualquier piso compartido, donde, tras llegar del trabajo o curso de formación, se inicia la vida en el hogar. La mayoría de los residentes acuden a centros ocupacionales, centros especiales de empleo o a empleos normalizados y otros van a cursos formativos.
La organización del hogar es fundamental para su buen funcionamiento. Hay unas condiciones de limpieza y salubridad que mantener, unas comidas que elaborar, una compra que realizar, etc. Para ello el grupo que compone la vivienda se organiza en parejas, distribuyéndose las tareas. Además, disfrutan de sus ratos de ocio, asisten a actividades formativas y aprovechan los recursos de la zona: clases de salsa, escuela de adultos, centros deportivos, bibliotecas, etc.
Es interesante destacar también la importancia que tiene para estas personas la consecución de un empleo normalizado. Obtener recursos económicos y alcanzar la madurez y autonomía personal son los medios necesarios para lograr la independencia. En este sentido, Paz y Bien pone al servicio de la persona su amplia experiencia en el área laboral, proporcionando la formación dentro de sus centros ocupacionales, la especialización en los centros especiales de empleo y dotando a las personas de herramientas para la búsqueda de empleo normalizado.  En los últimos años, hasta un 40% de las personas usuarias de las viviendas tuteladas han realizado prácticas profesionales.
Todas estas actividades son supervisadas por el monitor de atención directa, que va prestando los apoyos necesarios a cada persona en función de su autonomía y conocimiento. Dichos apoyos son más o menos intermitentes, según sea necesario, y se van retirando cuando la persona va adquiriendo las habilidades que permiten la realización de la actividad por ellos mismos.
El 81,5% de las personas que habitan en una de estas viviendas tuteladas procede del sistema de protección de menores. A lo largo de su vida han realizado un recorrido por centros residenciales donde han adquirido autonomía suficiente, lo que posteriormente les lleva a solicitar este recurso; el resto procede de sus núcleos familiares. En Paz y Bien consideramos las viviendas tuteladas como un recurso más, un ‘trampolín’ hacia la independencia y normalización de las personas con discapacidad intelectual. Un total de 61 personas han pasado por estos recursos, y hoy día no están institucionalizadas, viven en su mayoría de manera independiente, compartiendo su vida con sus parejas, compañeros de pisos e incluso han formado una familia.
María del Mar Santoyo
Coordinadora de las Viviendas Tuteladas Paz y Bien